Las fotografías “antiguas” o históricas, son una ventana a épocas pasadas pues entregan luces acerca de cómo eran físicamente y cómo vivían las generaciones precendentes. Hoy en día resulta difícil imaginar lo extraordinario que era hace 80 años tener la posibilidad de hacerse un retrato en lugares tan apartados como Lonquimay, aún así hay algunos ejemplos de quienes pudieron dejar registro fotográficos de sus familias durante las primeras décadas del siglo XX.
Por lo general quienes se preocuparon por dejar registro de distintas situaciones y lugares en este territorio tan apartado por entonces eran fotógrafos profesionales entre los que destacan Francisco Ribet (foto Ribet) que durante la década del 30 documentó la construcción del Túnel Las Raíces; Mario Rubilar retratando a Lonquimay en los años 60; Pepe Rey con tomas espectaculares del volcán Lonquimay a fines de los 80. Junto a ellos tantos otros anónimos que dejaron testimonio de su tiempo en imágenes para que fuesen apreciadas por la presente y futuras generaciones.
Dentro de todos ellos hay uno que destaca por su importancia a nivel nacional y cuyo legado pertenece en parte al Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile. Se trata de Antonio Quintana (1904-1972), quien en el verano de 1958, en el marco del proyecto “el Rostro de Chile”, visitó Lonquimay para documentar actividades como la extracción de araucarias y la fiesta de San Sebastián. “El Rostro de Chile”, es un referente de la fotografía documental de los años 60, que supuso un recorrido por todo el país retratando paisajes y distintas realidades sociales. Esta motivación social o antropológica y la alta calidad técnica y estética lograda hacen de este trabajo un patrimonio fotográfico de mucho valor para el país y, por cierto, también para Lonquimay como protagonista de algunas de esas imágenes. Agradecemos la valiosa colaboración del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile.
Soy Rolando Quintana Carrasco,oriundo de Lonquimay y toda vez que veo estos hermosos recuerdos llego a las lagrimas.Gracias por mostrar esto tan importante y que nos llega al alma.
Como lonquimayino orgulloso de mi tierra me alegro de conocer personas que aportaron a lo que es ahora nuestra tierra , un abrazo para don Rolando
Que verguenza que como lonquimayino, no se hayan opuesto a la tala de tan noble arbol como lo es el araucaria araucana o pewen. Me gusta mucho lonquimay y sus parajes, pero me da tristeza ver como talaron sin remordimiento tan noble árbol, ni la excusa de la necesidad de trabajo justifica su muerte.
Igor Solar
Que increíble las fotos. Veo que había mucha ignorancia y desconocimiento. No es que la gente de esa época se ala culpable, pero queda en claro como los poderes empresariales solo querían acabar con flora, fauna y pueblos indígenas para saciar su sed de dinero. Me llama la atención la foto, donde aparece un lienzo de un indígena con flechas en su cuerpo. gracias y buenos registros.
Gracias por tu comentario Sebastián y apuntar a que cada época tiene su vara para medir lo bueno y lo malo. El indígena con flechas en realidad corresponde a san Sebastián (20 de enero) por el cual se tiene bastante devoción campesina en la zona y los fotógrafos de esos años, fines de los 50, utilizaban esos fondos durante la festividad. Probablemente los pintaban ellos mismos. saludos!